Rompería cada molde, borraría cada palabra.

   Mirar lo desconocido con otros ojos, cambiar la perspectiva y sonreír. Reír de todo aquello que intentamos conocer, unas veces por curiosidad, otras por escepticismo, y que rara vez nos acaba sorprendiendo. Aceptar que no hay nada definido; no existen ni los exactos ni las fórmulas y si los hay, no se debe más que a la mera simplicidad del contrario… ¿presuposiciones? Nunca (sin no-quererlas). Levantar la mirada y observar que lo obvio, finalmente no lo es tanto y que la verdad y la mentira, se diferencian tan solo gracias al contexto.  

 Cambiemos el decorado, y lo demás viene solo.