Necesito un estimulante ¡YA! Legal o ilegal...vivo o muerto. Eso es lo de menos. Solo podría tener menos ganas de todo si me hubiera atropellado un autobús lleno. Estoy rodeada de libros que de verdad, me muero por leer pero el tiempo parece pasar tan deprisa que apenas abro uno y paso la página, mil actividades se abalanzan sobre mí. Curiosamente, nunca soy capaz de terminar ninguna.
Las horas del día pasan extremadamente rápido y con ellas, mis ganas de saber qué pasará. El tiempo lo envuelve y subordina todo. Ese viejo conocido siempre cambiante, nos mira fijamente y nos ve pasar. Se ríe. Sin duda, debe ser muy gracioso ver que lo que parecía estar muy claro; lo evidente, nunca lo es tanto y, por el contrario, lo imposible; lo lógico, pasa a formar parte de nuestro día a día. Lo desconocido, casi siempre bienvenido y aceptado (aunque sea por curiosidad) nos atrapa y somete. Nos condiciona. Todo, absolutamente todo lo que nos rodea cambia. Pero al fin y al cabo, solo es tiempo. Tan efímero...
Que hace que los momentos sigan viniendo y se vayan, y vienen y van y vienen y van...hasta tal punto que toda nuestra vida parece un gran ciclo en el que a su vez, se suceden pequeñas etapas. Todas distintas en apariencia, iguales en esencia pero, ¿Qué más da?Seguimos siendo nosotros mismos. Seguimos definiéndonos.
La nota, el diferencial...el punto y aparte, lo marcan las cosas que nos apartan de lo escrito, de lo probable, de lo posible, de lo seguro...Son esas y solo esas, las que sacan lo mejor de nosotros y sin esperar nada a cambio. Ese es nuestro verdadero estimulante.
Susurros que son recibidos, tras palabras hundidas que hacen reflotar. Palabras en susurros que convierten la simple duda en "esa" misteriosa duda. Susurros que, dia y noche, son anhelados.
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